El trágico evento que tuvo lugar en la laguna ‘La Coromoto’, ubicada en Tinaquillo, estado de Coyedes, involucra a José Manuel Carrillo Colmenarez, un joven de 25 años que se encontraba disfrutando de una jornada de pesca.
La tarde del incidente comenzó como cualquier otro día, cuando Carrillo Colmenarez, apasionado por la actividad, decidió dirigirse a la laguna con el propósito de disfrutar de un momento de tranquilidad y conexión con la naturaleza.
El Joven fue atacado por un enjambre de abejas, situación que lo llevo arrojarse al agua, y falleció.
El lago, que en un principio representaba un escape de la atmósfera calurosa y opresiva, se transformó en un escenario de angustia y desesperación. Testigos indican que la reacción de Carrillo Colmenarez fue instintiva, ya que el miedo a las picaduras lo llevó a tomar una decisión arriesgada. A pesar de los esfuerzos iniciales por ayudarle, la situación se tornó crítica.
La trágica desaparición de José Manuel Carrillo Colmenarez en Coyedes desató un operativo de rescate que involucró a diversas instituciones de seguridad y emergencias. Desde el primer momento, tanto los bomberos locales como los equipos de Protección Civil se unieron para iniciar una búsqueda exhaustiva en la zona donde se reportó por última vez su presencia. Estas acciones fueron fundamentales para armar un plan de intervención que abarcara tanto áreas de difícil acceso como otras de mayor tránsito.
Las labores de rescate comenzaron inmediatamente después de recibir la alerta sobre su desaparición, y los equipos trabajaron incansablemente a lo largo de la jornada. Equipos de búsqueda y rescate llevaron a cabo exploraciones metódicas, utilizando técnicas de rastreo para seguir las pistas que pudieran conducir a la ubicación de José Manuel. A lo largo de la operación, se implementaron estrategias de seguridad para proteger a los participantes en el operativo, un factor crucial dada la complejidad y peligrosidad del terreno donde se buscaba.
A pesar de la dedicación y el esfuerzo, la búsqueda se prolongó hasta las 8 de la noche del martes, sin que se obtuvieran resultados concretos. Las condiciones climáticas y el terreno dificultaron el progreso, lo que llevó a los rescatistas a reconsiderar sus estrategias en busca de nuevas vías de investigación. La frustración creció entre los familiares y miembros de la comunidad a medida que las horas pasaban sin respuestas. La falta de resultados concretos, a pesar de la intensa y coordinada búsqueda, representó un desafío que pesó sobre cada uno de los involucrados en este proceso desgastante y emocional.